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GIO BURGOS ARENAS: LA PROFUNDIDAD DEL MAR EN EL SENTIR POÉTICO

Preguntarle a la poeta venezolana si la poesía la ha ayudado en su proceso de autodescubrimiento, fue dejar a la vista la mágica visceralidad de sus palabras, de su sentir y pensar: «…cuando la poesía se me reveló me entregué a ella sin cortapisas, siempre lo digo con una convicción casi filosa, cortante: lo mío fue y es una total capitulación, no entiendo una forma más honesta de contarse y de describirse», afirmó Gio con rotunda seguridad. 

Además, se extiende y explica que «…llega un punto existencial en que te haces consciente de una soledad que es muy tuya, de un vacío y de una plenitud que son muy tuyas también, y todo eso está ahí y necesita codificarse, necesitas organizarte por dentro y es en ese preciso momento donde la poesía te tiende la mano».

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«Mis versos son sanguíneos, no soy consecuente con la letra tibia, me vuelco, me regurgito, pero me ordeno, así cuido de mí. Con la poesía se va contando y preservando el alma niña y el alma adulta». Gio Burgos Arenas

Hablemos un poco sobre el poemario La que me habita, en esta selección de poemas se puede percibir un encuentro constante con elementos muy profundos de búsqueda personal y una delicada dualidad de sentimientos que parecieran amarse mientras están en conflicto, en este sentido, ¿cómo describirías las experiencias o emociones que exploras en tu obra, de dónde surgen y desde cuándo consideras que están en ti? 

La que me habita es la casa que soy, la maleta en la que me recogí dentro de mi propia tierra. Ahí están los versos desabrigados, esa estancia donde reside mi relación amorosa con la poesía de cada día, cuando abres esa puerta te encuentras con la fe y la convicción que signa la relación que tengo con ella…

«Creo en la poesía como una mujer que vive en cada poeta. Creo en la memoria muscular de las letras, maravillosas, diversas, ondulantes y perfectas». Extracto del poema Credo, La que me habita.

La poesía es mi sayo, la vestidura para unas letras que vienen desarropadas. Además, está esa aproximación por la orilla de mis orillas, esas no son otra cosa que las esquinas de mi narrativa personal, los versos del miedo, de la esperanza, de la rabia, de la terquedad y de la mañana resurrecta. La vida con sus incontables desproporciones y su belleza.

En tus poemas se puede encontrar de manera recurrente, imágenes muy hermosas en torno a la naturaleza, ¿de qué forma crees que influye el mar y el paisaje en tu escritura poética?

Desde pequeña el mar fue mi casa, todo lo hermoso de mi niñez sabe a mar:

«… como a mi madre, el mar también

me guardará las cenizas».

Extracto de Credo, publicado en La que me habita.

Tengo una necesidad arrebatada por el verde, por la energía de los árboles que son mis arcanos mágicos. Cada día me urge el aire libre y por ello practico senderismo, el sol y los amarillos que todo lo pueden me causan asombro, siempre. Siento que el agua, las piedras y el río hablan. Esa dosis de “terredad”, que con tanta precisión nos regaló nuestro admirado poeta Eugenio Montejo, la necesito para sonreír y para escribir, sobre todo cuando la jornada viene opaca.   

En algunos poemas hablas de exilio, de pérdidas, ¿de qué manera consideras que la poesía te permite explorar y hablar de temas que suelen ser tan íntimos? 

El exilio en nuestro tiempo se volvió una cotidianidad inexcusable, dolorosa, presente, así que ya no es eludible. De hecho, se precisa darle palabras para que duela en plural y para potabilizar y descifrar sus efectos en este mundo pequeñísimo de cada uno de nosotros. La poesía aquí una vez más me dio un remedio, un auxilio. El nido vacío es una distancia que duele sin horario, y de algún modo, asimismo, se equipara a la nostalgia y a la pérdida.

¿Crees que la escritura y el pensamiento poético ayudan a transitar cambios personales propios y que estos trascienden en los lectores? 

Absolutamente, la poesía te combustiona y te calma, te reagrupa la risa y te auxilia en eso de ponerte la vida al compás del alma, y luego, hasta sin pretenderlo incluso, amalgama lo propio y lo ajeno, cuando alguien te lee y se ve ahí retratado se crea una comunidad de sentimientos y de sentido. Ya no es solo tu testimonio, es el de otra persona también. Nos apropiamos de las palabras del otro y las incorporamos a nuestra historia particular. 

¿Qué consideras que es lo más desafiante al momento de escribir tu poesía? 

Mantener la coherencia y la honestidad. No es fácil, más allá de esos períodos en que las letras se apagan, que son fuertes, pero pasan y limpian, hay unos a los que temo sobremanera y es cuando tienes la tentación de volverte concesiva, de tener que agradar por un “fin superior”, esos son a los que más temo y me alivia sortearlos, en cada oportunidad, como hasta hoy, espero que sea una batalla ganada con la mayor dignidad posible. 

Nos compartes, por favor, un poema de tu obra que te gustaría que todos lean: 

Sin dudarlo, sería Yo soy la luz porque, a más de lo que el propio poema grita por sí mismo, fue escrito efectivamente a la luz de unas velas durante el terrible “apagón” que nos impactó y nos partió la vida como país, y esos versos son un testimonio, en primera persona, de que la manera más honrada para contar los pequeños fragmentos de la vida es la poesía:

Yo soy la luz.

¡No te atrevas a sospechar herejías!

 

Mis metáforas sublevadas

son solo una tentativa de liberación y asombro

—casi triste, casi diluida—

en la menguante generosidad de las velas.

 

Aun así, sé que soy la luz.

 

Insignificante y sin relieve,

involuntaria y extraviada,

por instantes ajena a los tránsitos del sol.

Ángel rebelde que custodia celoso

una flor en mi memoria,

el enfermizo temblor de un verbo urgente,

el grito de un adjetivo feroz.

 

El sanctasanctórum de una sola palabra.

¿Cómo se dice: «Dios» en una madrugada color de orfandad?

Aparte de la publicación de este, que es tu primer poemario, ¿tienes algún otro plan o actividad como poeta durante el 2024?

El más inmediato es participar nuevamente en la 4.° edición del FEIPOLL (Festival Internacional de Poesía Letra Lúdica) abriendo el 2024, me honra y me emociona acompañar esta iniciativa generosa que va creciendo exponencialmente. 

Tengo dos poemarios que trabajo actualmente, muy distintos entre sí, pero me entusiasman a la par,  uno tiene que ver con el paso de ese transeúnte que es el amor en nuestra vida y el otro, son cuentos escritos o narrados en versos. 

Continuar reinventando SocioEscritores,  hay una responsabilidad en tener un espacio como ese, tanto para los escritores que lo conforman como para quienes participan y encuentran en nosotros su comarca en las redes, es importante cuidar la calidad y el compromiso de esa caja de resonancia. 

Un viaje para un abrazo pendiente y seguir viviendo tercamente en poesía.

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