ENCUENTRO DE VERSOS Y FRONTERAS

1era edición: Junio 2024

ISBN: 978-631-90807-2-8

Páginas: 98 páginas | Tamaño: 5×8 in (12,7 x 20,20 cm)

TRÉBOL Y CICUTA de Hotel K

UNA OLA, DOS, TRES…

Huele a dejadez,
a mentiras tras la lámpara,
a zulo recién abierto,
a motín no resuelto.

He consumido castigos en conserva
durante largo tiempo,
balanceándome por relatos enfermos,
rematando medias lunas
sea cual fuere el motivo del hundimiento.

Los jinetes instigadores
quedaron calcinados
tras recibir la llamarada
emanada directamente desde la herida
que quisieron cicatrizar
con aceleradores de engaño.

Sigo aquí, anclado
en mi puerto imaginario,
contando olas en silencio.

LA SOMBRA DE «AISHA»

Dejé de zurcir abstracciones
cuando Aisha montó un columpio
entre dos estrellas.

Sístoles mandó a callar a diástoles,
mientras buscaba un aspersor
que lo condujera sin transbordo
hasta tan exclusiva belleza.

Los pies planos de la tarde
tomaron una curvatura ultravioleta,
descarrilando en los márgenes
de una libreta de dos rayas
tras perseguir el rastro de perfume
de la madrugada con ojos bicolor.

Grumos atemperados,
dulces y saladas fracciones de amor;
he pedido un café fiado en el bar
con la única intención de encontrar
un desfibrilador portátil para almas
que quieren dar la espalda al vivir.

Aisha cada vez se balancea más alto
ríe, ríe, ríe…
su sombra empuja y susurra
canciones populares amplificadas
con la voz nitrógeno
de su prófugo sudario.
¡Explotó su corazón!
La brisa cicatrizante llegó tarde,
solo pudo atestiguar que una amalgama
de párrafos exfoliantes se llevó
sus pigmentos de consonantes dormidas.
Trance,
cara enjabonada y té con hierbabuena
magnifican las aristas
de mi tristeza endógena,
busco lubricantes, símbolos, conservas,
una aerolínea de polvo y legañas
para huir de esta fatiga
que con prospectos cotidianos
atacan mi razón.

Aisha montó un columpio
entre dos estrellas,
quizá no le gustó cómo su sombra
la empujaba
y se largó para siempre
dejándonos a sus partículas cercanas
mascando duda existencial.

XIV

Enamorarse en mitad
de una batalla campal está bien,
como consorte de una botella rota,
he instalado un faro
en la tranquilidad del maremoto